jueves, 2 de agosto de 2012

Los bizarros comportamientos del peatón

Puede sonar raro, pero la gente no sabe caminar. Sí, existe un carnet de conducir para vehículos, pero cualquiera que sea peatón en el día a día, se dará cuenta enseguida de que hay gente con comportamientos extraños y/o peligrosos.

Expongo aquí los más habituales y llamativos:

-El efecto gravitacional humano: Vas caminando por la calle, a buen paso. No hay un alma en metros a la redonda, salvo una persona que camina delante de ti, bastante más despacio que tú. Mientras vas acortando terreno, puedes ver que esa persona camina recto por un lado de la acera, pongamos por ejemplo el derecho. Cuando vas a adelantarle por la izquierda ya que tú caminas más rápido, se produce el efecto: la persona empieza a derivar hacia la izquierda, como cerrándote el paso. En este punto te pueden acudir preguntas como "¿por qué me cierra? ¿tan orgulloso es, que le jode que le adelante otro viandante?". Pero la magia tiene verdadero lugar cuando haces algún ruido, un carraspeo de garganta, pisas algo ruidoso, etc, y el otro ¡se sorprende! No sabe que estás ahí, y sin embargo según te has acercado se ha movido hacia ti. Todavía no he encontrado respuesta racional a este fenómeno, de manera que de momento lo considero un movimiento puramente gravitacional entre dos cuerpos próximos.

Aquí se está mascando la tragedia...
-Los peatones kamikaze: Los que utilicéis habitualmente el suburbano seguro que habéis presenciado este comportamiento potencialmente peligroso. Consiste en la gente que dobla una esquina a la carrera (normalmente porque pierde el metro), sin importarle que sea hacia la derecha o hacia la izquierda. Es decir, se supone que la gente suele (o debería) andar por el mismo lado, y lo habitual sería caminar por tu derecha, como cuando conduces, aunque es cierto que muchas veces el batiburrillo de escaleras mecánicas y tornos lo hace inviable. Y en este caso, si vas caminando por el lado derecho y el pasillo por el que vas tuerce a la derecha te puedes mantener cerca de la pared al girar, pero si vas a girar a la izquierda dejas un margen para no invadir el carril imaginario por el que otros potencialmente están caminando por su derecha. Imaginemos que vamos conduciendo, al girar en un cruce nos mantenemos en nuestro carril, no recortamos invadiendo el sentido contrario. Parece lógico, ¿verdad? Especialmente teniendo en cuenta que las paredes no son transparentes y no ves con quién te puedes topar de frente. Bueno, pues hay gente, y no poca, que lo hace y además corriendo a toda ostia. Me extraña no haber presenciado todavía una colisión con desenlace fatal. La más grave fue una en la que yo tuve parte, que no culpa porque yo iba por mi lado. Una chica se empotró contra mí justo en la esquina, y sí, iba corriendo como si el tren del que yo había salido fuese el último de la historia. También debo decir que ella salió rebotada la pobre y yo casi ni me inmuté más allá de la sorpresa y estupefacción. No soy especialmente grande ni fuerte pero tengo buen equilibrio, como el superagente 86 :P.
¿Realmente es tan difícil prever que te puedes encontrar de frente con alguien, especialmente en hora punta? Pues debe ser que sí, porque se produce todos los puñeteros días. Este fenómeno también se puede dar en la calle, pero es más raro.

¡¿Cómo te atreves a rozarme, jovenzuelo?!
-La ley absoluta del peatón urbano: Que viene a decir que la velocidad a la que caminas es inversamente proporcional al espacio que ocupas en la acera. Es decir, en un extremo de la escala tenemos a la chica delgada, ágil, que camina por un lado de la acera y esquiva con soltura a la gente, y en el otro al señor/señora mayor, de corpulencia generosa, caminando a paso de tortuga y que parece llevar un novedoso dispositivo que le dice cuál es el punto central exacto de la calle, para poder dejar el menor espacio posible al resto de peatones. Y desde luego, está la edición Deluxe que es la señora que si encima le rozas al pasar o le pides permiso, te mira con cara de psicópata y/o te increpa ostentosamente.

-Los triglicéridos humanos: Es muy sencillo; si estás en una calle con una acera que mide cinco metros de ancho y te encuentras con un conocido, ¿te pones a charlar ahí mismo? No, padre. Te buscas un sitio donde haya unos cubos de basura, una moto aparcada, un contenedor de escombros... en definitiva, el sitio más estrecho y, por ende, en el que más vas a estorbar. También es lícita una boca de metro. Estos triglicéridos humanos parecen tener instinto de hurón, y buscan los sitios estrechicos para sentirse cobijados, porque está claro que estar en un sitio abierto y amplio no tiene ningún sentido. Estos especímenes tienen una cosa positiva: que si tienes el humor apropiado y no les ves especialmente vulnerables (ancianos, gente con muletas, etc.) da mucho gustico pasar dándoles un empellón con el hombro, simulando que has tenido que variar la trayectoria para no chocarte con otra persona. El punto bueno es que, de manera inconsciente, SABEN que están dando por culo con su ubicación y casi nunca te van a reprochar el encontronazo. A veces hasta deciden ponerse en un punto en el que no estorban, de manera que en realidad haces una labor social.

Dramatización de los hechos...

Una variante son los que bloquean las escaleras del metro en parejas o grupos. No hay que cortarse un pelo en pedirles paso, muy amablemente, eso sí. Y si te ignoran, toquecito en el hombro ;).

-Los "etéreos": Estos se ven en todo tipo de hábitats, pero donde hacen más daño es en el supermercado en hora punta. Son esos seres luminosos que caminan como si las decenas o cientos de personas que los rodean no existiesen. Avanzan a velocidades irrisorias, se plantan delante de la estantería de la que tú quieres coger algo y se ponen a mirar con muuuuucha calma... Eventualmente se convierten en triglicéridos humanos, plantando el carro SIEMPRE al lado del palet del reponedor bloqueando el pasillo. Luego están los que van con mala idea, te ven a ti que vas yendo rápido y directo, aceleran ligeramente para llegar justo antes y ponerse delante de ti, y vuelven a su ritmo enervantemente lento. Estos también se dan mucho en el metro, y también funciona con ellos el empellón calculado.

Hay más especímenes e indviduos que pueden entrar en varias categorías según la ocasión (o incluso simultáneamente, esas son las auténticas joyas), pero estos son los más típicos. Recordad, con ellos, como con tantos otros, ¡tolerancia cero! O como mucho, uno o dos.