miércoles, 18 de abril de 2012

El Caos Reptante

Así llamaba Howard Philip Lovecraft a Nyarlathotep, uno de sus dioses primordiales. Y ese fue el término que me vino a la mente cuando vi la ñapa que había hecho en la cocina el anterior dueño del piso que me acabo de comprar.

Sí, amigos, nos acabamos de comprar un piso mi chica y yo, después de tres años pagando alquiler, dilapidando un pastizabal. Ya era hora de que nos comprásemos algo, la casa en la que estábamos (y estamos, hasta que nos mudemos) se encuentra en estado Silent Hill, y la nueva queremos ponerla chuli o incluso chupi.

"¿Cuánto decís que pedís por el piso?"

Retomando el tema de la cocina, todo parecía maravilloso, y de hecho la casa es un vórtice de felicidad potencial. Hasta que llegaron los muchachos a traer la lavadora que compramos. Relato los hechos tal como ocurrieron: yo estaba esperando a que viniese un obrero a echar un vistazo a la casa para darnos un presupuesto para la reforma (alisar paredes y cambiar puertas), y sabía que también durante la tarde tenían que traer la lavadora. Pues como Murphy se debía estar aburriendo, pensó: "¿qué tal si vienen todos a la vez y nos echamos unas risas?". Efectivamente.

Llegan los de la lavadora, les abro la puerta del portal. Antes incluso de que lleguen, suena otra vez el telefonillo y yo pienso que a lo mejor se les ha cerrado el portal, pero no, craso error. Es el de las reformas. Le abro, llegan los de la lavadora, la meten en el recibidor, pero la puerta entre el recibidor y la cocina, que aún menos mal que están unidos, es demasiado pequeña para meter la lavadora con el embalaje protector. Mientras están quitando el embalaje, ocupando casi la totalidad del recibidor, llega el hombre de las reformas, con cara de "¿será aquí?".

Le invito a pasar, les digo a los muchachos de la lavadora que la vayan colocando, y les señalo dónde tiene que ir. Se ponen manos a la obra mientras le explico al de las reformas (al que me referiré como Andrés, aunque por el aspecto y acento debería ser más bien algo así como Yuriniev) lo que queremos hacer. Apenas he empezado, me llama uno de los chavales de la lavadora. Habla bastante mal el castellano, y si es él el interlocutor, me imagino que el otro no debe ser académico de la RAE, precisamente. Me empieza a explicar que han hecho una chapuza de puta madre, que de donde está la lavadora a donde está el desagüe hay un buen trecho y además accidentado. Le digo que vayan haciendo lo que puedan, que ahora voy. Le sigo enseñando la casa a Andrés y a los pocos minutos me vuelve a llamar el de la lavadora, y me enseña el apaño que han hecho los anteriores dueños:
"Bueno, chaval, aquí te hago yo un empalme de puta madre"




Parte de la cocina, que sigue separada por una puerta del resto, antes era un tendedero, y es donde están la entrada de agua y salida de desagüe para la lavadora. Como ahora la lavadora está en la otra parte, lo que era originalmente la cocina, hay que pasar los tubos y el cable eléctrico a través de un murete. Además, no ha sido tan inteligentes como para poner la lavadora pegada al muro que separa del tendedero, no; han puesto entre medias un armarito donde están las cacerolas, con unas tablas cruzadas que parece que temiesen que entrasen zombis desde allí, y con los tubos del agua y la luz pasando por enmedio del mueble. Toma ya. A esto le podemos añadir que tanto el tubo del desagüe como el de la luz, incomprensiblemente tienen una serie de empalmes a cuál más cutre, con cinta aislante, una especie de escayola... el Caos Reptante. El tiparraco que hizo la magna obra, ¿no había oído hablar de los alargadores? ¿Y que se venden tubos de desagüe más largos?

Entiendo que los chavales que vinieron están acostumbrados a meter el electrodoméstico que sea, enchufar los cables y adiós, y no a resolver semejantes embolados, y al portavoz se le veía cada vez más agobiado, así que le dije que colocasen lo que pudiesen y se fuesen. Sobre todo porque Andrés me miraba ya con cara de impaciencia y era un tío que tenía más cara de cometer genocidios que de reformar casas. En serio, este tío daba mal rollo; no así los de la lavadora que eran bastante majetes. Uno de ellos, majete al estilo "me alegro de que no esté aquí mi novia para comparar" :P

Total, que una semana más tarde sigo sin lavadora, a pesar de tener lavadora. Y el fontanero al que llamamos para que arreglase el desaguisado nos dice que mejor que compremos el lavavajillas y ya nos lo instala todo. Que está muy bien pensado y es muy loable por su parte, pero ¡quiero ya mi p*** lavadora!

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